El anarquismo ha sido, en toda época y lugar, difamado y sanguinariamente perseguido por quienes detentan el poder o aspiran a él.
Con la historia del Primero de
Mayo sucede lo mismo. Los medios de comunicación, partidos políticos
y sindicatos estatistas pretenden vaciar de contenido y manipular la
historia obviando el verdadero origen y significado de esta fecha
para convertirla en la ''fiesta del trabajo''.
El sentido del 1º de Mayo viene
de la conmemoración de la revuelta de Haymarket en Chicago en pos de
las ocho horas de trabajo, siendo un verdadero éxito las jornadas de
huelga concentrando a miles de obreros/as.
Para frenar el auge de las
protestas e iniciar una sangrienta criminalización, el Estado
orquestó un montaje policial y la clase dominante usó este
incidente como pretexto para desatar su planeada ofensiva con ayuda
de la prensa. Comenzó así una caza de brujas contra los sectores
más revolucionarios, principalmente contra anarquistas. Se
clausuraron los periódicos y locales obreros, y los mítines fueron
prohibidos en todo el país.
Ocho obreros anarquistas fueron
detenidos: George Engel, Samuel Fielden, Adolf
Fischer, Louis Lingg, Michael Schwab, Albert Parsons, Oscar Neebe y
August Spies, condenando a muerte en la horca a cinco (uno de ellos se
suicidó) y a reclusión a otros tres. Nunca se pudo demostrar que
fueron ellos quienes lanzaron la bomba, convirtiéndose en mártires
de la lucha obrera.
Por todo esto, reivindicamos el
Primero de Mayo como una jornada de lucha revolucionaria y de clase,
no folclórica y subvencionada.
Contra el Parlamentarismo y los
comités de empresa, por la autoorganización entre iguales y la
acción directa. Contra el Estado y el Capital, por la Revolución
social.
¡Viva la Anarquía!
''Si voy a ser ahorcado por
mis ideas anarquistas, está bien: mátenme''. Albert Parsons.
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